La jardinera de los bosques: La danta de montaña.
La Danta de Montaña (Tapirus pinchaque) también conocida como Danta de Páramo o Tapir Andino, es una de las cuatro especies de Tapires del mundo y una de las tres de Suramérica. Comparada con las otras especies de tapires, es la de menor tamaño con una longitud total de 180 cm, alzada de 75 a 90 cm y un peso de hasta 250 kg. Se distingue de los otros tapires por sus labios blancos y pelaje grueso de color negro que le permite aislar y absorber el calor emitido por el sol. Como todos los tapires, se caracterizan por presentar una probóscide larga, musculosa y semi-prensil. Sus extremidades se distinguen por presentar cuatro dedos en las patas delanteras y tres dedos en los pies cubiertos por una gran uña y una suela acolchada. El tamaño de las pezuñas está asociado al hecho de que pueden trepar con facilidad por pendientes ya que le proveen de mayor fuerza y tracción.
Es un animal principalmente nocturno, pero también crepuscular. Principalmente solitarios, excepto durante la temporada de apareamiento, la crianza o cuando hay enfrentamientos entre adultos. Los machos pelean por las hembras en la época de celo. Cuando hay un ganador, comienza el apareamiento, antes del cual hay un largo ritual de cortejo. El periodo de gestación es de aproximadamente 13 meses y la hembra tiene generalmente una sola cría. Los individuos juveniles son de color marrón con líneas y puntos blancos y amarillos, que comienzan a desaparecer luego de un año. Permanecen con la madre generalmente hasta los 18 meses y alcanza la madurez sexual a los 3-4 años.
La danta de montaña es un herbívoro ramoneador que consume brotes y hojas tiernas de hierbas, árboles y arbustos, abarcando más de 140 especies vegetales. Debido a la diversidad de su dieta, se le conoce como la “jardinera del bosque”, pues contribuye a la dispersión de semillas: tras ingerirlas, estas atraviesan su sistema digestivo y son depositadas en sus heces, donde encuentran condiciones favorables para germinar y dar origen a nuevos individuos.
Disfrutan de lugares con suelos que contienen altas concentraciones de nutrientes, conocidos como salados o saladeros, donde complementan su dieta al lamer los minerales presentes en el agua. Además de ser mamíferos asociados a las quebradas y ríos suelen encontrarse cerca de fuentes hídricas.

La danta de montaña, especie clave para conservación de ecosistemas críticos como el páramo y el bosque altoandino se ve afectada por amenazas directas e indirectas. Entre las principales se destacan:
Pérdida y transformación del hábitat: ocasionada por actividades agrícolas (cultivos, plantaciones y ganadería) que desplaza a los individuos. A su vez, la llegada del gusano barrenador genera infestaciones en su tejido y disminuye las defensas de los individuos y la presencia de especies domésticas y exóticas: en especial perros, representan un riesgo que promueve la transmisión de enfermedades y mordeduras o ataques a dantas. Además, el cambio climático afecta el hábitat de la especie, su distribución y la disponibilidad de alimento.
Por esta razón, desde la CARDER, Parques Nacionales Naturales, Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya, diversas organizaciones sin ánimo de lucro y la comunidad, se han desarrollado acciones conjuntas orientadas a la conservación de su territorio, el reporte de individuos heridos, la atención oportuna de ejemplares lesionados o enfermos, así como al monitoreo de la especie y la implementación de campañas educativas en la zona.
